miércoles, septiembre 21, 2005

MI DULCE TRAIDORA


¿Cuál es el final de una historia? ¿Cómo afirmar que la muerte es el fin si nadie ha vuelto de ella para contarlo? ¿Acaba una relación con un “adiós”? ¿Empieza con un “te quiero”?

¿Por qué no puedo llorar? ¿Qué queda cuando no queda nada? ¿Qué hacer cuando sé que sientes lo mismo? ¿Qué hacer cuando tu consuelo es tu tormento?

Las dos de la madrugada y no puedo contactar contigo. Mala señal, jamás te desconectas del mundo, jamás te alejas de mí. Tan solo cuando los problemas te ahogan, cuando alguien te ha destrozado el corazón. Y esta vez yo soy el culpable.

Necesito llorar, el cuerpo me lo pide. La mente lo necesita, el corazón sangra por ti, y tú abrazas tu estrella empapada de lágrimas.

Tus lagrimas, ¿Cuántas veces las viste brotar en un año? ¿Por qué no te das cuenta de que tanto dolor puede evitarse? ¿Por que no eres capaz de sentir lo que yo siento?

¿Por qué diablos no puedo llorar? Siento la rabia, el llanto, el dolor y mis sentimientos ardiendo en mi garganta. Como el fondo de un volcán, todo fluye y se mezcla, palpitando con furia y esperando el momento de vomitar todo este dolor en una cruel explosión de lágrimas, llanto y dolor.

Mis lágrimas se clavan en los parpados mientras la vista se nubla. No puedo pensar, no puedo actuar. Estoy paralizado, sin capacidad de reaccionar. Como tu.

Después de tantas horas juntos. Después de todo lo que hemos pasado. Después de todo lo que me has dado. De lo que he hecho por ti. De lo que has hecho por mí. Después de devolverme la ilusión, después de tus miradas, de tus caricias y tus abrazos. Después de levantarme día tras día por tu sonrisa, por tu mirada, por tu voz, por ti…

Después de soñar contigo, y hacerme creer que los sueños se hacen realidad. Desapareces. Desapareces porque el miedo te impide ver la realidad. Porque el pasado te hace dudar; porque no entiendes el presente; porque te asusta el futuro.

Vuelve.

Vuelve a las miradas cómplices. Vuelve a los mensajes a medianoche. Vuelve al toque de buenos días. Al calor de un abrazo, a las conversaciones de madrugada, a las insinuaciones. Vuelve a tocarme, vuelve a ayudarme, vuelve a rozar mi corazón con tus palabras.

Vuelve.

Aunque me sienta traicionado, aunque necesite recomponer mi vida tras la última semana. Aunque hayas elegido. Aunque no lo hayas hecho. Aunque te ha haya fallado. Aunque me hayas fallado tu.

No importa el dolor si vuelvo a verte sonreír. Si vuelves a hacerme la vida más fácil. ¿Recuerdas cuando hace días enmudecías mientras me escuchabas hablar? ¿Recuerdas la luz que podía ver en ti aquella noche?

¿Lo recuerdas?

Recuerda también que la vida es bella, pase lo que pase. Solo hay que tener ilusión, un sueño. Y luchar por él. Mi sueño ahora eres tú y no puedo creer que vaya a despertar y no estés aquí. Cuando por fin podíamos estar juntos, las dudas te asaltaron y te impiden ver la realidad. No tenías que tener miedo a estar conmigo. ¿Por qué temer lo que nunca ha fallado?

Y no creas que ahora te haya fallado, porque soy humano, y como tal soy asquerosamente imperfecto. A veces uno dice cosas que no siente, o que significan algo que no tenía esa intención. ¿Merezco estar contigo? ¿Mereces tu estar conmigo? Sólo si te quedas lo sabremos. Y si no quieres arriesgarte; y si sigues cegada por el miedo y el pasado. Solo te pido que no te alejes mucho de mi, y que sigas al menos como hasta hace tiempo, acompañándome cuando te necesito, y llamándome cuando me necesites.

Sólo necesito que me aclares la situación para poder recuperar nuestra vida. Necesito saberlo, necesito que me hables. Espero que me respondas, que vuelvas conmigo. Ahora que empezaba a intuir lo que se sentía a tu lado, FELICIDAD, no puedo dejarte escapar.

Eres demasiado importante como para dejarte ir, mi dulce traidora.